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¿Qué es la formación y para qué sirve en este siglo XXI?

Un problema en aumento es que la baja calidad de la educación que poseen los alumnos y que se va amplificando hacia arriba, afectando a Ciclos Formativos de Grados Superiores y a la propia Universidad. Ya no solo por las clásicas faltas de ortografía y por los desfases formativos en Humanidades, sino por la falta de respeto, atención, responsabilidad, capacidad de investigación de los alumnos. 

En este Siglo XXI, es cada vez más importante estar muy formados, y en constante ampliación de esta formación multilateral, pues si no es así, otras personas nos adelantarán y la desigualdad social se acentuará. 

No tener una base cultural amplia, es dejar que otras personas nos adelantes en sus posibilidades de tener mejores trabajos y más pagados, con derecho a organizar nuestro propio trabajo. 

Pero si queremos estar trabajando en los peores puestos y cobrar menos que otros, el mejor camino es no querer aumentar constantemente nuestra formación.

En educación no hemos sabido poner en valor que todo lo que se logra se suma a tu propia excelencia como persona y te facilita tu futuro personal con más posibilidades de disfrutar mejor de tu propia vida. 

Creer que la formación no sirve para nada es una terrible arma que ataca a toda la sociedad en su parte más débil, el futuro. 

Efectivamente, hay todavía muchos jóvenes que no piensan ni actúan así, pero cada vez menos. Y eso debilita la función de la educación y la formación de forma preocupante.

La entrada de los teléfonos en manos de la juventud, al no ser ni formados ni informados de sus usos positivos y de sus usos negativos, han completado un círculo de NO atención y de NO responsabilidad, que resulta preocupante. 

Los niños y jóvenes siempre hemos jugado al balón, pero ni jugábamos en casa ni mucho menos dentro de clase. Hoy se sigue jugando en clase con el juguete actual, el teléfono. 

Los teléfonos son maravillosos, sin duda, como lo fueron muchas herramientas para la humanidad

Pero el problema es la forma de utilizarlos, el dónde y el cuando. Con un martillo se pueden simplificar las tareas o le puedes machacar los dedos a un compañero de clase. Debemos aprender a utilizar el teléfono en los momentos necesarios, no SIEMPRE, como no se emplea siempre le sierra o el taladro.