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Ser rico o pobre depende de nosotros mismos

Por mucho que tengas dinero nunca tendrás suficiente. Por mucho que logres ganar más dinero cada vez, que veas que estás alcanzando cotas de poder económica cada día más altos, nunca estarás contenta. El dinero es un fondo sin final, nunca se tiene el suficiente.

Excepto que no busques tener más dinero sino simplemente el suficiente para vivir. Pero para vivir con arreglo a tu manera de entender la vida, no a la que te marque el dinero.

Hay dos maneras de ser rico, de convertirse en una persona rica.

La primera es gastar menos de lo que se gana. Da igual lo que se gana y lo que se gasta. Si gastas menos de lo que se gana, eres rico y te sentirás rico. Si gastas más de lo que ganas, sea esto lo que sea, te sentirás desdichado y pobre.

La segunda es ganas más de lo que gastas, sea esto lo que sea. Parece igual a la anterior pero es totalmente contraria. Esta segunda posibilidad te obliga a estar siempre detrás de tus necesidades, a tener que compensar lo que gastas, que cada vez irá en aumento con más y más ingresos. 

Gastar más no siempre supone gastan “en” más cosas. La mayoría de la veces supone gastar en los mismos productos pero o más veces o con productos más caros. Esto supone que la satisfacción de gastar y de consumir, de disfrutar de lo que compras no siempre es más por tener más. 

Si te gusta comer fuera de casa —por poner un ejemplo muy sencillo— puedes tomar dos decisiones. Ir a un menú de 10 euros o ir a una comida a la carta de 45 euros el cubierto. En ambas disfrutas, aunque te cueste reconocerlo, pues la compañía o el cambio es más que suficiente. Y el saber elegir, tanto para una opción como para la otra. Pero la cantidad de veces en las que puedes disfrutar de este acto cambia según tus ingresos. Incluso si eres algo habilidoso puedes cocinar en casa por cinco o diez veces menos lo mismo (o parecido) que te tomas en un restaurante.

No es más pobre quien menos tiene, sino quien más necesita para disfrutar de la vida.