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¿Atentado contra científico nuclear o guerra escondida?

Hoy han matado a otro científico nuclear iraní, que es como confirmar que alguien sabe quienes son los científicos iraníes en un país de los cerrados; qué coche llevan, a qué hora se mueven por los barrios, qué tipo de pan compran o cómo se llaman sus esposas, pues en pocos meses llevan cuatro atentados sobre científicos iraníes que trabajan sobre la energía nuclear. Nada como ver películas de estreno para saber de la guerra moderna. Ya no hay que apuntarse a las Academias Militares, con ver unas películas ya vale.

Mucha casualidad para una casualidad casual.

Ya hace unos meses que los que mandan en el mundo se dieron cuenta que eso de hacer las guerras como antes, a lo bruto, machacando al enemigo, no sirve para mucho y además es muy caro. Que sí, que si hay que hacerlo, se hace, pero antes hay que evitarlo con métodos más inteligentes, de la Inteligencia más escondida.

El día menos pensado, si entramos en guerra con algún país de esos que tiene poder de verdad, nos quedamos sin ordenadores, sin teléfonos GPS y sin internet, lo cual es duro pues no podremos jugar a esas tontadas que pillan a los ociosos. Es más inteligente que se líen a bombas lapa entre los alfiles y torres que entre los peones que no se mueven nada.

“El ingeniero Mostafa Ahmadi Roshan, que se licenció en químicas en la Universidad Sharif hace nueve años, era el vicedirector de asuntos comerciales en la planta nuclear de Natanz, según la agencia iraní Mehr. Aunque se aseguraba que había sido “responsable máximo de un departamento de esa instalación nuclear", el principal centro de enriquecimiento de uranio de Irán, donde hay instaladas unas 8.000 centrifugadoras.

Atentar es sencillo, lo saben bien los que han tenido que luchar contra el terrorismo desde la defensa. Meter miedo a los que se saben objetivos es también un elemento conseguido en el mismo acto, lo que dificulta la defensa y el contraataque. Poco queda por hacer entre las partes, excepto saber todo —también los ciudadanos de a pie— que esto irá en aumento y que contra cada acción siempre habrá una reacción.