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Tras Bankia, España entró en el descrédito europeo

Hoy el exgobernador del Banco de España, Miguel Fernández Ordóñez, en su comparecencia en el Congreso por la crisis de Bankia, nos ha confirmado lo que ya sabíamos por puro sentido común.

  Que la solución adoptada para Bankia ha sido un fracaso de gestión

  Que Guindos la ha pifiado imponiendo sus métodos y soluciones

 Que Goirigolzarri anunciando que necesitaban 20.000 millones asustó a Europa

En Europa todos se hacían la misma pregunta que nos hicimos tu y yo: ¿Y de donde vamos a sacar tantos millones en una España que no tiene ni para pensiones?

Si Zapatero tuvo que retroceder ideológicamente un año antes para recortar cinco mil millones en pensiones, ahora venían los nuevos gestores y nos descubrían un agujero en un banco que parecía la perla del tesoro, del tamaño enorme de 20.000 millones de nada. Y se mandaba a su casa al jefe de Bankia, que había sido Presidente del FMI con todo el respeto que eso supone en Europa, como responsable único de este desaguisado.

¿Qué somos los españoles?, pensaron en Bruselas todo acojonados. Y se ponía de nuevo gestor en Bankia a un buen hombre que lo primero que hacía era asustar a Europa y reírse de la gestión anterior que no había visto el roto. Increíble, que en esto de lo que hablamos es lo mismo que NO creíble. ¿Cómo estarían el resto de entidades?, pensaron con urgencia los que nos habían prestado la pasta para seguir viviendo. Y efectivamente desde Bruselas llamarían a Rato, con el que les unía una buena relación de años y le preguntarían por la verdad de su despido y de España.

A partir de este error de infantil vino la grave crisis de identidad, serenidad y personalidad creíble, para un país que ya estaba herido. Lo peor que te puede pasar cuando estás enfermo es que no te crea el médico, que sospeche que le estás engañando. Y estamos hablando de finales de mayo y principios de junio, es decir 6 meses después de tomar posesión de sus cargos los nuevos ministros. Tiempo suficiente como para saber qué NO se debe hacer cuando hay tormentas.

Este asunto encaja perfectamente con el de los impuestos. Desde este blog somos fervientes defensores de una idea de impuestos más redistributivos pero también mayores y así lo hemos indicado en alguna ocasión, si lo que queríamos era mantener un sistema de bienestar como el que ya teníamos (hoy ya no queremos nada que no sea no asustarnos). Pero los impuestos se deben subir cuando la economía está en ascenso, cuando el dinero corre entre las manos. En cambio cuando hay depresión hay que bajarlos o al menos estructurar de otra manera los impuestos para que se llegue a una cantidad suficiente de recaudación. Si ahora hay al menos entre tres y cuatro millones más de personas sin trabajo de las consideradas normales para la economía de España, son unos ingresos en IRPF, Seguridad social y consumo (IVA) que no se realizan. Si pensamos que cada persona es el ingreso familiar de aproximadamente entre una y dos personas más, ya tenemos entre 6 y 12 millones de españoles que consumen menos e ingresas mucho menos al Estado. Si asustamos a jubilados y funcionarios nos vamos a otros 10 millones de personas más, que quedan tocadas por la crisis real. Luego están los que se contagian del miedo.

Podremos subir IVA o los impuestos que consideremos más bonitos para recaudar a las clases medias, que son siempre las que pagan, pero no se subirá en recaudación. No se ataca el principal problema, el desempleo. Estamos dedicando meses y meses en intentar salir de una crisis por el camino de la recesión, del control del déficit, de pagar a los deudores con intereses que son 7 veces mayores que los que pagan los alemanes por su deuda. Pero no creamos empleo y lo seguimos destruyendo. Volvamos al sentido común. No hay que ser ministro para ello. Así no saldremos de esta.