Páginas

Publicidad subliminal y sexual. Todo a la vez

La publicidad intenta vendernos siempre tras dejarnos convencidos y contentos. Se intenta atraer clientes, convencerlos y mantenerlos. Para ello la publicidad a veces emplea sistemas y mensajes rápidos y directos y otras veces mensajes algo escondidos, subliminales, indirectos, graciosos, que sirvan para crear adeptos y para mantenerlos.

El sexo y el erotismo en publicidad es un recurrente y repetido ejemplo, para sin ser directo, trasmitir atracción, gusto, simpatía. E incluso se diría que es un reto para los publicistas, que gustan de jugar con los dobles mensajes, las dobles intenciones, el sentido indirecto e incluso artístico de las imágenes o los textos.
Nadie ha dicho nunca que la publicidad debe ser aburrida y que no pueda decir más de una cosa a la vez. Este ejemplo que pongo, de una salsa de tomate distribuida sobre una gruesa salchicha cocida, resulta gracioso, insinúa algo que no tiene nada que ver con lo que se comunica como marca de un producto, pero que sirve para atraer la atención de quien la mira. Es suficiente para quedarse con la marca, con el producto, cuando los impulsos publicitarios que recibimos todos son inmensos, lo notemos o no lo notemos. Hay que diferenciarse para conseguir atraer la atención del posible cliente.