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Ciudades cuadradas, cuadriculadas, optimizadas

Timgad (actual Argelia), ciudad romana creada por los militares hace 20 siglos
Antes de que los romanos construyeran ciudades con escuadra y cartabón, ya los griegos diseñaron ciudades cuadradas, con espacios iguales, calles rectas y divisiones iguales. Ciudades de algún modo aburridas y simétricas, que en el caso de los romanos tenían un claro referente militar, al ser ciudades nuevas que se construían para y por los militares y sus batallones o legiones.

Se montaban sobre el terreno como si fueran tiendas de campaña, pero con una salvedad importante. A la vez que levantaba los edificios todos iguales, construían unos grandes edificios públicos que rompían las simetrías de las ciudades en cuadro. El Foro era el “centro” comercial y de gestión de la ciudad, y en su entorno estaban templos, locales de ocio, termas, basílicas, panteones de hombres célebres, teatros, dejando para “las afueras” los circos y anfiteatros.

Lima (Perú). Imagen de Mapas de Apple
En el siglo XVI se construyeron ciudades en Iberoamérica con similares planteamientos, para optimizar los espacios, empujadas por los hispanos que conquistaron aquellas zonas y deseaban crear sus propios asentamientos, también de alguna forma fáciles de controlar por los militares, que podían crear murallas y puertas de entrada y salida con facilidad.

Se siguió construyendo ágoras y foros en esas ciudades cuadriculadas, con el concepto castellano de la Plaza Mayor, donde se instalaba la iglesia y el sistema de control municipal y político en las zonas "centro" de esas nuevas ciudades. 

Y según se ampliaba la ciudad, en parte de ella se perdía la calidad del diseño primario y el espacio público diseñado en un principio para airear las zonas desaparecía. Las calles se estrechaban en las zonas más pobres y con menos valor urbano y queda(ba) todo como un auténtico amasijo de edificios en el menor espacio posible. En cambio, en los barrios de más poder económico, se creaban y se mantienen en la actualidad, zonas verdes o parques que servían de solaz a los vecinos de la zona.

Con posterioridad y ya en siglos cercanos, algunas ciudades volvieron al mismo tipo de diseño en sus ampliaciones, por rapidez en el crecimiento, por facilidad de distribución, pero también para crear barrios nuevos donde todos los nuevos vecinos fueran “iguales” y dispusieron de los mismos espacios y servicios. Ciudades optimizadas pero aburridas, y el Ensanche de Barcelona sería el ejemplo más sencillo de explicar. Pero en muchas ciudades hay ideas parecidas incluso en el siglo XX y XXI.

Todas las calles son iguales, todas disponen del mismo tamaño de espacio público en viales o zonas verdes, todos los vecinos se tienen que sentir iguales, todo es homogéneo. Hasta que la propia realidad, por casualidad o por selección natural y urbana, va creando diferencias. Modifica esos barrios nuevos que se van convirtiendo en viejos, y se transforman mejor o peor, según algunos factores bien conocidos por los sociólogos.

Por ejemplo, no por todas esas calles iguales puede pasar el servicio de transporte urbano de viajeros. No todas están a la misma distancia de colegios, ambulatorios médicos, del centro de la ciudad, del mercado o de la carretera de circunvalación.

Unas viviendas empiezan a valer (y costar) más que otras por su proximidad a los servicios, y se produce la selección de los vecinos, que traen sin querer también una selección de los comercios que se asientan en cada zona del nuevo barrio. Y se produce la diferenciación interna, de las “tripas” del barrio nuevo, que aunque aparecía como “igual” en su primitivo diseño, se ha empezado a diferenciar.