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La izquierda no se ocupa de la Tercera Edad

A partir de los 60 años y si estamos capaces de seguir trabajando aunque ya no sea por cuenta ajena, se nos puede llamar adultos maduros, viejos jóvenes, tercera edad, adultos mayores, ancianidad o como quieran todos los demás llamarnos. Hoy lo admitimos casi todo.

Lo curioso es que formamos un segmento poblacional o un grupo social muy enorme, cada vez más, y que recibe muy poca atención desde los políticos. Estamos bastantes políticos de esta edad, algunos que hemos entrado a la política casi recientemente, pero otros que han ido creciendo con ella, desde la juventud de la Transición y que ahora y sin darse cuenta, se han hecho sesentones.

Si miramos a los partidos políticos de la izquierda española es complicado encontrar en ellos a secciones dedicadas en concreto a la Tercera Edad, pero de forma activa, no como almacén de antiguallas, de lugar para recoger desechos, de acompañantes de otras actividades.

Somos el gran grupo que formamos el Voluntariado en España, pero eso sabiéndolo, no se valora. Voluntariado hacia la sociedad o hacia los hijos y los nietos. Que esa es otra.

Somos sin duda el grupo social que más consumimos, que llenamos cinco días de la semana decenas de actividades económicas de consumo, que estamos colaborando cuando no trabajando desinteresadamente, por resolver problemas sociales. Pero en los partidos políticos no tenemos secciones propias que tengan el poder que corresponde por su importancia a la tercera edad.

Somos los que más acudimos a votar. Que esto es curioso que no se hayan dado cuenta los partidos de izquierdas. Somos los jóvenes de los años 70. Otra más para añadir. Tenemos una formación cultural y vital suficiente. Y una serie de problemas y necesidades específicas que nadie quiere atender.

Las pensiones son el sustento, sin duda, pero nuestras necesidades específicas son muchísimas más. La sanidad y sobre todo la salud. La seguridad. El urbanismo y su adaptación a nuestras dificultades. El deporte adaptado. La accesibilidad. La soledad. La cultura y el ocio. Nuestra integración con la sociedad más joven. Nuestra adaptación a las nuevas sociedades y a las novedosas tecnologías punteras. El envejecimiento de nuestras viviendas. Los problemas con los hijos. El respeto a nuestras particulares sociales. El aprendizaje de nuevas formas de cultura y pensamiento. La formación contínua. El no abuso de nuestras debilidades. La leyes. Y sin duda el futuro.

Los adultos maduros también pensamos en nuestro futuro. En nuestros hijos, en las relaciones familiares, en la calidad de las residencias de la Tercera Edad. En la muerte y sobre todo en la enfermedad. En la alimentación, en el arte, en la literatura tanto como lectores como escritores. En la vida.

Hoy con 60 años nos quedan otros 20 de media por utilizar. ¿Cúal es el motivo de que los partidos políticos de izquierdas sobre todo no se hayan dado cuenta de nuestra existencia?