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En literatura repetir no es redundar. Hay que practicar escribiendo

Cuando escribes algo, siempre es importante —y así lo tienes que sentir— que debe quedar claro lo que intentas comunicar. 

A veces hay que repetir algunas ideas, pero ojo, repetir no es redundar. Repetir garantiza a veces que no nos perdamos en la lectura, que haya continuidad en la historia, en las ideas. 

Pero si caemos en la redundancia podemos aburrir y romperemos la velocidad del relato, de las ideas trasmitidas.

Redundar es dar excesivos detalles, llenar de datos una historia intentando que se entienda mejor. Redundar es convertir en excesivo algo que hay que pulir y aclarar. Pero ser pesado y repetirlo no sirve para aclararlo. 

Buscarle la vuelta, mirarlo desde otra óptica, puede funcionar, pero con sumo cuidado.

A veces es mejor repetir algo en otro contexto, pero con pocas palabras dejando intuir, que la imaginación del lector también trabaje. 

No hay que irse por las ramas, hay que ser claro y decirlo con el idioma o la forma que mejor se entienda. Hay que ser claro y directo en los diálogos, pues para las retóricas están las poesías. 

Es cierto que no es lo mismo una novela que un relato, en donde se permite emplear formas literarias más poéticas, más abstractas, menos convencionales. 

Dominar estas herramientas será agradecido por los lectores, pues no buscan lo mismo en una novela que en un relato.