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Los marcos en comunicación social y política ¿sirven?

Los marcos en política son muy útiles y los llevan empleando décadas algunos partidos políticos. Los conservadores son sobre todo los que mejor uso saben hacer de este modo de empaquetado del discurso para llegar mejor a la sociedad. Empaquetado que no siempre contiene palabras o largos discursos, sino a veces gestos y posicionamientos teóricos.

Los conservadores (en España el PP) saben que el éxito de su política pasa siempre por convencer que son “los padres protectores” pero sin decirlo. 

Son el sentido común, la seriedad, el freno al despilfarro, la mesura, el análisis pausado y las soluciones inevitables ante los problemas creados por otros, los protectores antes las juergas de los jóvenes izquierdistas que solo buscan divertirse con la sociedad.

Gran parte de la sociedad admite estos marcos —sin saberlo— como las actuaciones básicas en la gestión social. Efectivamente ante estos planteamientos “base”, estos marcos mentales, casi todos deberíamos ser conservadores. Todos deseamos que si algo se ha despilfarrado se tomen medias al respecto. Todos queremos ser protegidos. Todos necesitamos a un padre protector (aunque no lo admitamos). Todos exigimos mesura (aunque no la practiquemos).

El éxito de estos marcos es cierto y por eso muchos trabajadores de turno que se levantan a las cinco de la mañana para trabajar votan al PP en España o a los conservadores en el mundo. Entienden, se creen, que hay que recortar en pensiones pues hay un despilfarro brutal del que se aprovechan los jetas, o que hay que tener más militares pues hay que estar protegidos y con capacidad de defensa, o hay que revisar la sanidad pública pues ahora solo se atiende bien a los que saben gritar aunque nunca hayan cotizado, etc., etc.

Los marcos sirven para explicar lo que se desea de una manera sencilla pero sin que lo parezca, a través de titulares pero sin que se note. Un marco en comunicación debe ser repetitivo, corto y contundente, sencillo de entender pero no simple y sobre todo nunca violento ni chabacano, nunca superficial sino profundo.