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Reinventemos la cultura pública, para que no nos venza la crisis

También en “Cultura” hay que reinventar todo casi de nuevo, pues la crisis actual he tirado por tierra muchos de los trabajos absurdos llevados a cabo por políticos sin conocimientos de lo que se necesita para convertir a la sociedad más proclive a visitar y gozar con la cultura, desde las muy diferentes ópticas que existen. La sociedad ha cambiado sus hábitos, la llegada de internet ofrece alternativas gratuitas e instantáneas para disfrutar del arte en mucha de sus variables, nos hemos confundido en el precio de todo creyendo que valor y precio debían ir de la mano y ahora toca recoger velas.

Claman al despropósito más absurdo las decenas de actuaciones brutales e inmensas de grandes proyecto culturales de variado color repartidas por España, como muy bien retrató ligeramente el programa “Salvados” la semana pasada. Hoy muchas de estas actuaciones son contenedores vacíos, en muchos casos sin terminar y en otros —como muchos de los que hay en Zaragoza tras la Expo 2008—, sin programaciones por falta de posibilidades, de proyectos y de clientes contemplativos. Confundimos el tocino con la velocidad y nos creemos que por crear hermosos contenedores de ideas, de exposiciones, de proyectos sin tener cuidado en su montaje, es más que suficiente para crear “cultura” alrededor de un territorio. Demuestran no saber de qué se compone la cultura y el arte, qué necesita el arte para estar vivo.

Una buena exposición necesita un hangar, simplemente un lugar diáfano. Para que sea “BUENA” no necesita de grande nombres ni de únicas representaciones carísimas, sino de un trabajo añadido que le otorgue valor y lo diferencia del resto, un trabajo detrás que le entregue vida y le haga crear algo pedagógico que se entienda y se disfrute. Las exposiciones estáticas ya no sirven. Internet nos puede mostrar la Mona Lisa o lo mejor de Miró en el momento y acercándonos lo que deseemos. Y además nos explica su vida, la trayectoria de su obra, el momento histórico del momento de la creación o los materiales que utilizaba. Hoy hay que saber mover la cultura hacia la representación más compleja, hacia una participación más amplia que la meramente contemplativa y estática, ampliando posibilidades. No es lógico que una gran exposición no recorra decenas de ciudades españolas acercando el mismo montaje a cuantos más espectadores mejor. 

Muchas veces no es necesario tener “La Maja desnuda” de Goya o “El Perro” de Saura (cualquiera de sus trabajo sobre El Perro de Goya), en la plaza de tu ciudad, pues sirve perfectamente con la exposición de una reproducción bien hecha con todos los mejores sistemas que existen, y un trabajo detrás de lo que supuso, lo que representa, cómo se hizo, qué obras realizó Goya o Saura en el mismo tiempo, quien era la Maja o qué representa el perro, qué técnicas empleó Goya o Saura, detalles de sus brochazos, de sus bosquejos, de sus elementos pequeños. Y todo tratado desde el punto de vista explicativo para niños, adolescentes y adultos, pues el Arte no conoce edades. Trasmitir cultura cuando no hay economías públicas, también es posible.