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Tres soluciones para el Cristo de Borja; que se nos está escapando

Llevamos una semana brutal, insoportable para una menta normal que se está convirtiendo en espuma. A los divorcios empujados por Telecinco de Belén Esteban y la Rosa Venenito, que juegan con ellos como si fueran piezas del parchís (con perdón al parchís), nos ha salido el monstruo del lago Ness en Borja, para darles noticias frescas a los medios y poder jugar a joder. Hemos convertido entre todos a un Cristo retocado de Borja en una Cara de Bélmez pero en Aragón.
La señora pintora no ha tenido otra feliz idea que salir explicando en los medios los por qué de su hazaña, sin darse cuenta de lo que esto supone. Nada como dar imágenes a una televisión para poder crear una noticia de más de doscientas veces repetida hasta que surjan nuevas noticias. Ya, lo sé, tiene 80 años la señora pintora, pero en estos casos para Telecinco o para todos los medios de comunicación vacíos de interés, nada es suficiente para parar las risas.
Hay que resolver estos tres temas con rotundidad y urgencia. Antes de que el rescate nos invada o de que Ruiz Mateos decida no ir al juzgado. Vale, vale, ya me entero de que no quiere ir otra vez al juzgado. Es lo que tiene un juzgado cuando no tiene ni puta idea de lo que es el populismo.
Pues eso, a la Belén y a la Rosa, puerta, en serio. Que se divorcien pero en secreto, joder, que nos ocupan un tiempo que no se merece.
Y en cuanto al Cristo de Borja, hay tres soluciones. Una es dejarlo como está y animar al turismo aragonés. Otra es cortarlo con una radial y llevárselo al Museo Reina Sofía. Y el tercero y más lógico para el respeto de Borja —que hace unos vinos maravillosos—, es que por la noche el párroco, cabreado y haciendo caso a Dios, acuda con un rodillo de Titanlux blanco y le de dos pasadas a la columna de la pared, y aquí paz y luego gloria.