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ETA anuncia un cese permanente de su violencia terrorista

Por fin ETA ha anunciado el cese de su actividad armada, terrorista, violenta, en un paso más para buscar la paz en el País Vasco, una convivencia alterada —casi en su totalidad—por ellos, durante décadas.
Pero no es suficiente una declaración para encontrar soluciones a todas las heridas, no lo va a ser, como no me gustan los pasos insuficientes que dan desde ETA. Cierto que es excesivo pedir normalidad en los comunicados, cuando esta normalidad nunca la ha habido, pero creo que en algún momento, incluso los que se equivocan, deben rectificar y dar la cara, cambiando el escenario y el ambiente hacia uno más normal. 

Y a eso me refiero. No es de recibo, para sus intereses, para los de los miembros de ETA, que sigan apareciendo con su teatral apariencia tapada y tan antigua. No es por seguridad por lo que aparecen con esa imagen tan fantasmal, es por mantener una manera particular de dirigirse al mundo mundial, que realmente les está haciendo un flaco favor incluso a ellos, que como asesinos no deberían tener favores.
No es lo mismo el cese definitivo de la actividad armada que plantear la disolución. No es lo mismo eso que dicen en un comunicado flojo, que reconocer que su violencia ya no es el camino, que ya han dejado de creer en su violencia, que es el momento de pedir perdón, de rectificar, de buscar salidas a los presos, de tener más concordia entre todos los vascos.

Es tiempo ahora de seguir siendo todos inteligentes, de curar heridas por parte de todos los trozos sociales que han estado implicados en unas décadas muy duras. Hay que edificar la paz con cimientos muy fuertes. Aunque no nos gusten las formas ni los disfraces. Hay que huir de listos que se creen que las soluciones finales y definitivas están ya sobre la mesa y que son parte de la gestión de unos pocos. Las soluciones finales son de todos los vascos, de todos los que hemos vivido en nuestras ciudades la violencia terrorista, de todos los que han sabido tener paciencia en la seguridad de que la lógica de todo tipo de leyes democráticas, al final triunfaría.