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Tras controlar la energía, ahora toca controlar los alimentos

En África se está dando la paradoja de que muy grandes extensiones de tierra fértil están siendo compradas o alquiladas —depende de las leyes internas de cada país africano—, por empresas occidentales y grandes inversores con ganas de manipular el mercado de futuros, para sembrar y controlar el mercado de alimentos, cada vez más importante en un planeta que ya ha llegado a los 7.000 millones de habitantes.

En esta lucha están no solo las grandes empresas occidentales sino también gobiernos de países con una población inmensa que saben de las dificultades de poder alimentar a toda su población con las tierras de que disponen.

En estos nuevos caminos económicos, estamos empleando como esclavos —otra vez— a ciudadanos de países africanos que vuelven a trabajar para nosotros, sin tener acceso en sus países a lo más básico. Les pagamos un poco, ya no hay que trasladarlos a otros territorios lo cual es una garantía de que nos saldrá más barato todo y a cambio nos trabajan y les robamos la tierra y el agua.

Por que esta es la gran piedra del asqueroso juego del esclavismo moderno. Acudimos a tierras donde el agua está cerca y la usamos para nuestro beneficio aunque en esos países sea complicado poder disponer de agua potable para beber.

Los grandes ríos africanos, el Nilo o el Níger son los receptores de estas compras de tierras que curiosamente sus propietarios con los mismos que deben controlar su uso en estos países. Grandes familias africanas que sin duda, no tiene problemas de alimentación, de sanidad o de agua potable.

El engaño siempre es el mismo. Si compramos las tierras os haremos infraestructuras, carreteras, os daremos mano de obra y unas migajas de lo recolectado para los que trabajen a nuestro lado. Pero a cambio desplazaremos a comunidades enteras pues necesitamos inmensas extensiones libres de gentes, preparadas para producir cereales, soja o arroz a precios que los productores puedan manipular a su antojo. 

Y mientras tanto, se sigue pasando hambre vital en medio mundo, justa muy cerca de donde se producen alimentos para el otro medio mundo.