Páginas

Nunca mezclar alcohol con medicación antidepresiva, ni en poca cantidad

Ayer me encontré con un amigo que lleva unos meses en una situación laboral y personal compleja. En los últimos meses la depresión ha pedido con él y la familia está muy preocupada pues se junta su aumento de síntomas con pérdidas de memoria o incluso de situaciones sin controlar, según me comentó su esposa en presencia de mi amigo. 

Ayer me encontré con este amigo, como digo, e iba herido de alcohol; sin casi conocimiento se encontraba sentado en una acera balbuceando y con el ostro desencajado y algo torcido. Llamé a su familia pues se encontraba a no mucha distancia y esperé con él a su llegada. No era un problema de salud, que también, era un problema personal serio. Esta situación es cierta, es un hombre joven y con dos hijos, que produjo una gran pena en mi pareja al ver su estado totalmente destrozado como persona.

Mezclar el alcohol con la depresión, mezclar el alcohol sobre todo con la medicación, es además de un grave error una arriesgada apuesta a males mayores y a destrozar tu vida y la de los que te quieren. Arriesgarse a una mezcla que siempre resulta explosiva, sobre todo si no se es capaz de controlar, algo por cierto muy habitual, es muy peligroso. Hay que huir de situaciones o relaciones de personas en donde el alcohol pueda escaparse del control personal de cada uno.

Nunca hay que mezclar alcohol, incluso en cantidades pequeñas, con medicación antidepresiva. Además de multiplicar efectos adversos, descontrola la forma de pensar y los efectos del alcohol hasta límites que resultan preocupantes.