A Álex Angulo lo encontré en mi televisión cuando hacía de
jefe en la serie Periodistas y me encantó con sus formas, sus miradas, sus gestos. Era
un actor de carácter que podía pasar del cabreo a la sonrisa con una simple
mirada. Ayer me sacudieron con un mal recuerdo pues su muerte es parecida a un
accidente propio que tuve en esa misma carretera hace cuatro años y de la que
hablaba la semana pasada. A veces parece que en algunos lugares existen
fantasmas y ponen zancadillas. Malditos destinos sin preguntar nunca, malditos
momentos negros que apagan la luz.
Contra la muerte no podemos hacer otra casa que admitirla sin
intentar entenderla. Ucrania o Gaza nos llevan a las muertes inútiles como
todas, a las absurdas, a las sin sentido. Pero la muerte es la vida, forma
parte de la vida.