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Ejercicios para defenderse ante la demencia senil

Sabemos cuidar o destrozar nuestro cuerpo físico ¿pero sabemos tener el mismo cuidado elemental con nuestro cerebro? A partir de los 60 años hay que prestar una atención mayor a nuestra memoria, y por eso debemos proporcionarnos ejercicios que ayuden a nuestro cerebro para evitar futuras y posibles demencias seniles.

Hay que tener una actividad social interesante y compleja, hay que tener inquietudes sociales para lograr que el cerebro esté engrasado y funcione bien, no se nos envejezca como el cuerpo con el paso de los años. Así de simple es la gimnasia mental para mantenernos en forma. 

Emplear el cerebro con pequeños juegos, con ejercicios sencillos o con actividades sociales. Leer, escribir, hacer crucigramas, jugar a sencillos juegos de piezas en el ordenador o en una Tablet, hablar con amigos, jugar a las cartas, al ajedrez, al dominó. Estar interesado en alguna actividad deportiva de la que nos interese el todo de la misma. Controlar bien los horarios y distribuirlos entre las actividades. Bailar, cocinar, tener un animal de compañía, ordenar el álbum fotográfico familiar, organizar una colección de algo, leer el periódico todos los días, tener un huerto en macetas. Escribir un diario o un libro de poesías. Tener un blog, participar en redes sociales, visitar páginas web en busca de información.

 Según pasan los años la actividad de la memoria se vuelve más compleja, tenemos nuestro disco duro interno muy lleno y sobre todo muy fragmentado, lo que nos cuesta mucho más acceder a sus rincones escondidos. Hace muchos años que algunas partes de nuestra memoria están allí escondidas. Para ello hay que tener estímulos intelectuales constantes que nos hagan estar en forma y no perder el acceso a nuestra habilidades cerebrales.

A partir de los sesenta años tenemos más problemas físicos de agotamiento mental que nos acercan a la demencia senil y por ello debemos prestar más atención a las debilidades que podamos detectar. Se calcula que este problema de la edad suele aparecer con pequeños síntomas unos 10 años antes de ser un problema irresoluble, por lo que estar atentos nos debe servir para buscar remedios antes de que la enfermedad sea problemática.

Hay que dormir bien para recuperar el cerebro, para ponerlo todos los días “a cero”, hay que hacer algún tipo de actividad física para proteger nuestro sistema de circulación sanguínea, hay que descansar más relajadamente y sobre todo no asumir el estrés a edades avanzadas pues destroza los receptores del hipocampo, ni caer en depresiones aunque sean leves, pues nos destroza las defensas básicas y nos vuelve más débiles ante un cerebro que hay que cuidar un poco más.