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La sonrisa permitida de las viñetas en la Transición

En las dictaduras, sean blandas o duras, la libertad de opinión siempre está tasada, medida, restringida con arreglo a unas leyes que se modifican a gusto del consumidor del poder. Sin duda la libertad de expresión termina donde debe comenzar la de los demás, y los insultos y falsedades, las pos verdades manipuladas a gusto de quien quiere joder, deben evitarse.

En tiempos en los que no se podía decir que la policía estaba al servicio de los poderosos para controlar a los ciudadanos en su defensa de la dignidad o la libertad, se podía dibujar en vez de emplear el texto. Es como si los censores nos trataran como imbéciles y pensaran que así no llegaríamos a entender lo mismo que si nos lo explican con palabras. Y si el dibujante se equivocaba y ponía muy fácil el entendimiento, siempre quedaba la censura y el secuestro de la publicación.

OPS, el actual El Roto, sabía darle la vuelta con sus imágenes a los textos que no se decían. Para decir lo mismo. El surrealismo de OPS no llegaba a toda la sociedad, pues como ya dijimos, el analfabetismo era inmenso. Por eso interesa controlar la educación, para dosificarla.