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La verdad del atentado a Carrero Blanco no la sabremos nunca

El asesinato de Carrero Blanco supuso la constatación desde el Franquismo que sus tiempos se estaban acabando, y que sus debilidades se basaban sobre todo en su propia incapacidad para respetar a los que no estaban de acuerdo con sus prácticas dictatoriales. Se creían inviolables y el atentado les supuso a los franquista de base el darse cuenta de golpe que existían fuerzas que no controlaban, capaces de producir heridas.

No hay constancia de que desde el Franquismo de aquellas fechas se pudiera sospechar que detrás del atentado podría estar algo más que ETA. La organización del atentado fue en apariencia simple, pero se contó con un explosivo que no era nada habitual (el C4 era fabricado en Estados Unidos para el uso exclusivo de sus Fuerzas Armadas) y que requería grandes conocimientos en su control. Se realizó en una barrio claramente encerrado en su sociedad en la zona de Serrano, cerca además de la embajada de los EEUU y en una zona que había sido peinada pocas fechas antes por la llegada de Henry Kissinger a España.

Parece complicado comprender que en aquellas fechas, en esa zona tan concurrida de personas de una clase social determinada y donde todos los edificios tenían porteros en las entradas, durante 13 días seguidos se estuviera picando por varios jóvenes que también intervinieron en las fachadas de varios edificios y realizaron un túnel bajo la acera y la calzada de la calle Claudio Coello junto a la calle Serrano y Juan Bravo…, y que nadie sospechara nada. Que se tiraran por las fachadas decenas de metro de cable y nadie investigara hasta llegar a una conclusión, a escasos 100 metros de la embajada de EEUU. ¿O sí se investigó?

El túnel subterráneo desde el local pasando por la acera hasta la mitad de la calzada, en forma de T tenía casi 7 metros de largo y unos 6,5 metros de ancho en la zona debajo de la calzada por la que se va a obligar a pasar el coche de Carrero, al poner otro coche en doble fila para estrechar la calle y una marca roja en la pared para poderla ver desde lejos y accionar el disparador. La cantidad de explosivo se calcula en unos 150 kilos más una cantidad sin determinar de dinamita, rodeada de sacos terreros para que la onda explosiva se dirigiera hacia arriba.

Se habla de la CIA, de los Servicios Secretos españoles de la época, de algunos dirigentes comunistas españoles en el exterior, de miembros del sector más bunkerizado del Franquismo. Se sabe que los planes de ETA eran secuestrar a Carrero y a su esposa, y que se cambiaron por indicación de alguien que facilitó horarios y direcciones. Pero los que podrían dar detalles o informaciones concluyentes o murieron o fueron asesinados.

¿Es verdad que España pretendía realizar pruebas nucleares en aquellos años, en el desierto del Sahara, en contra de la opinión de EEUU?


Carrero Blanco era sobre todo un amigo personal de Franco, un claro tecnócrata y nada falangista, un ferviente defensor del catolicismo más duro e incluso antivaticanista, un claro militar en su integridad de pensamiento y posiblemente miembro del Opus Dei o muy cercano a ellos, un juancarlista antes que un defensor de Juan de Borbón pero posiblemente en la convicción de que así sería más fácil poderlo dirigir hacia una continuación del bunker.

No hay que olvidar que Carrero Blanco era una persona culta, muy formada y reservada en su vida social y personal, que escribía y publicaba con el seudónimo de “Juan de la Cosa”, y que odiaba la libertad social como un elemento claramente desestabilizador de todo tipo de sociedades. Odiaba al comunismo con la misma fuerza que a los masones, al judaísmo, al liberalismo, a la libertad de prensa, al marxismo o a las democracias occidentales a las que consideraba débiles.

En su entierro Franco demostró que estaba moralmente acabado llorando ante la viuda de Carrero, mientras era el Príncipe Juan Carlos el que ostentaba la representación oficial.