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Salvador Puig Antich, ejecutado en 1974

El catalán Salvador Puig Antich “El Médico” fue uno de los últimos ajusticiados (marzo 1974) por la dictadura franquista, en la España que ya resultaba insoportable en una Europa occidental que no permitía la pena de muerte.


Con 26 años fue estrangulado con el garrote vil, herramienta para matar de la Edad Media, por ser acusado y condenado de participar en el asesinato de un joven policía de la brigada antiatracos. Salvador era anarquista y militante del Movimiento Ibérico de Liberación.


Anticapitalista, lucha tras salir del Servicio Militar en contra del sistema económico imperante, pero cae en violencias absurdas, participando en atracos a bancos para lograr ingresos que destinan a financiar revistas políticas, como CIA y la Editorial Mayo 37.


En septiembre del año 1973 la Brigada Político Social detiene a dos de los integrantes de este grupo y Salvador Puig Antich al ser metido en un portal por cuatro policías inexpertos, logra sacar una de sus dos armas cortas y disparar mortalmente al policía Francisco Anguas.


El motivo de la importancia de estos hechos no radica en que un simple atracador asesinara a un policía en el momento de su detención. Sería un caso de delincuencia común, excepto porque el Régimen de Franco intentó llevar este asunto hasta los límites políticos que le convenía en esos momentos, aprovechando que Salvador era anarquista.


Se le juzgó por crímenes políticos en un Consejo de Guerra y condenado a muerte por asesinato por razones políticas. Se buscaba una venganza del Estado contra el asesinato del Almirante Carrero Blanco, y así se entendió en muchos países europeos que condenaron profundamente el juicio, sus grandes dudas y la ejecución de Salvador, del que nadie duda de sus violentas ilegalidades en atracos a entidades bancarias. 

En toda Europa se organizaron manifestaciones pidiendo la conmutación de la pena capital, pero Franco se mantuvo firme y no concedió ni el indulto ni retrasar en el tiempo la sentencia, sabedores las defensas de que el Régimen de Franco estaba muriéndose.


Los partidos políticos de España, ilegales entonces, así como los sindicatos, no realizaron actos de repulsa ante este ajusticiamiento. Se intentó a través del PC, pero se entendió que la presión de Europa era suficiente y que no era momento de posicionarse ante este tema, sabiendo que venían tiempos nuevos.