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A partir de los 60 y pico, todos personas mayores

Al llegar a los 60 todo se va rompiendo poco a poco, aunque nos lo callamos para no asustar. Se rompe el pelo o se cambia de lugar, vemos mucho peor que con 50 y las cataratas secas nos atacan, empezamos a dejar de oír los detalles de las sinfonías, meamos más que antes y nos lo hacemos mirar, las piernas nos flojean y la memoria a veces se vuelve torpe.

Nos salen manchas cuando no bultos y arrugas, nos sube la glucosa, el colesterol, al ácido úrico y los triglicéridos y nos baja el sexo. Tomamos pastillas de varios colores y nos empiezan a dejar alguna vez el asiento en el autobús sin fijarse en que todavía somos muy jóvenes. Perdemos algunos amigos por culpa de los nietos y ganamos otros por culpa de los paseos. No hacemos casi gimnasia pero andamos más que nunca.

Pero eso, siendo normal, no nos tiene que asustar ni preocupar. Hemos llegado y lo que nos queda todavía. Así que prohibido dejarse manipular ni hacer de criados de otros. Excepto que nos apetezca hacerlo y punto pelota. 

Somos más libres que nunca, aunque a veces pensemos que serán pocos años de libertad. Y casi todo lo demás tiene de momento solución pues la medicina es un gran negocio con las personas mayores como nosotros. Somos mayores, pero no viejos, y somos muy capaces de seguir comiéndonos el mundo.

Además somos insustituibles en el mundo consumista actual. Sin los abuelos con sus pensiones suficientes, España se hundiría. Necesita el país que nos gastemos nuestras pensiones en lo que sea, incluso ayudando a la familia. Es un reparto proporcional a la necesaria velocidad del consumo y los impuestos. Sin las personas mayores, la economía se hundiría.

Podemos ser muy felices si queremos, pues ya hemos aprendido qué merece la pena y qué son tontadas del momento. Por eso lo que nos queda es disfrutar del momento y elegir bien. Y eso sí, a ser posible estar acompañado de una persona de tu edad, para que nos comprendamos mútuamente.