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¿Hasta dónde deben llegar los voluntarios?

En algún momento nos tendremos que plantear desde la sociedad el papel (y uso o abuso) de los voluntarios en el mantenimiento social actual. Asunto este, duro y de complicada exposición, más viniendo de alguien como yo que apoya el trabajo comunitario de colaboración y entrega a los demás como precio por vivir en convivencia. 

Desde una gran parte de la sociedad siempre hemos aplaudido, alentado y agradecido el papel del voluntariado para apoyar y ayudar a la sociedad con menos recursos. Yo mismo he participado y sigo participando en el voluntariado. Parte de mi familia también. Por eso tal vez las dudas me afectan más. Tengo dudas por dudar, por ser de los que dudan.

El voluntariado como ejemplo social de trabajo de apoyo y ayuda a esas actividades que sin este grupo de personas no se podría realizar, se ha ido convirtiendo en un apaño que se utiliza para excesivas situaciones y servicios, muchas de las veces recortando puestos de trabajo que la sociedad debería crear y pagar. Incluso a veces en servicios jerarquizados de complicada calidad y productividad.

Se nos dice, lo digo yo mismo, que sin el papel del voluntariado muchas actividades se quedarían sin hacer. Y es cierto. pero en la aseveración está el pecado. Por eso mismo esas actividades ni las valoramos como se debería, ni somos capaces de entender bien que los impuestos deben servir para muchas cosas, incluido el trabajo que hoy hacen casi todos los voluntarios.

Es verdad que hay trabajos de voluntariado de muchas clases y formas, pero cada vez más se acude a las personas voluntarias para trabajos que deberían ser remunerados, computados como trabajos reales y no como trabajos de apoyo social.

Es curioso que como voluntarios estamos apuntados todavía un segmento de la población que es pequeño, del que se aprovecha toda la sociedad a base de tener que pagar menos impuestos por ser unos servicios gratuitos. 

No estaría de más que empezáramos a reflexionar si no debería ser obligatorio el ser voluntario, o al revés, que quien fuera voluntario tuviera unos beneficios que no poseyeran los que no quieren serlo.

Que unos paguen a los otros, por no querer participar. Que unos se beneficien de los otros, por ayudar a quien lo necesite. Todos saldrían beneficiados de todos. Unos por ayudar de una forma y los otros de la otra.

Por ejemplo entrada gratuita a todos los museos. Precios distintos a instalaciones públicas. Acceso preferente a servicios públicos. Descuentos en servicios de transporte. 

Todo esto costaría dinero y sería necesario un control para evitar abusos. Pero eso lo debería sufragar las personas que no desean ser voluntarios. Siempre podrían elegir a qué grupo desean pertenecer.

Nota.: El cuadro es de Ramón Pichot.