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La izquierda en Europa no ha estado a la altura

Sobre la realidad de que la izquierda en Europa no ha estado a la altura de lo que se esperaba de ella no creo que haya duda. Para no tener la altura necesaria nos vale ver los resultados electorales en casi toda ella, excepto el curioso caso de Portugal pues en España haya o no haya gobierno socialista lo que queda claro es que manda la derecha que es además la que más perdones cosecha.

Debería levantarse la socialdemocracia una vez que el comunismo y el socialismo real se han ido a pique. Eso o inventarse para la izquierda una nueva ideología, algo que parece impensable dado los pocos intelectuales progresistas y de reparto económico que existen con ganas de dedicarse a liderar masas sociales.

El Sistema, toda esa suma de inteligentes procesos para asentar el poder en manos del dinero, han ganado la partida de la comunicación a la izquierda, y la sociedad que se mueve por impulsos desde la información que recibe, ha dejado de creer en la izquierda para creer en la derecha. En España, en Europa o en los EEUU. Iberoamérica es siempre y por desgracia para ellos, un caso aparte. Sus ciclos suelen ser contrarios al resto, para caer hundidos en los cambios del resto de países.

¿Y qué debe hacer la izquierda europea para salir del abismo?

Tal vez dejar de estar y así lo comentaba el otro día. Tal vez dejar de presentarse y ponernos en modo reflexión permanente. Dejar de dar la cara o de estar en primera línea de trabajo. Posiblemente como gestores seamos muy superiores al resto, pero como creadores de razones o de ilusiones perdemos brutalmente. Gestionar no es lo mismo que liderar, ni tampoco que gobernar. Gestionar lo hacen los gestores y la izquierda se ha visto orillada a convertirse en mera gestora de la sociedad. Pero se necesita mucho más que seguir gestionando.

Un Gobierno en Funciones es un mero gestor. Nada más. Y así llevamos en España excesivos años. Pero la izquierda europea desde el 2008 no ha dejado en ningún momento 
(en el mejor de los casos)  e ser simplemente eso, gestor de una gran crisis. 

Por cierto, fuimos un mal gestor que logró dejar bien potentes a los bancos que habían jugado a engañar, logró hacer crecer el número de super ricos y del tamaño de su patrimonio, mientras lograba también que haya más pobres y más cantidad de pobreza entre los pobres. Incluso logró esa crisis gestiona por Europa que la Clase Media viera temblar sus cimientos.

¿Qué hicieron los sindicatos de clase, los partidos políticos de izquierda?


Pues en el mejor de los casos gestionar, en otros casos dar bandazos y rectificar brutalmente sus ideas propuestas, y en todos ellos decir amén jesús. ¿Cómo podemos pretender que ahora la sociedad confíe en esa izquierda que en un periodo de crisis brutal no estuvo a la altura de los más débiles?

Así que toca reinventarse.

Meternos todos en una enorme batidora y darle al botón de la velocidad máxima. Y esperar que la sopa que salga sirva para la década que viene, que no será nada fácil.

La desigualdad de todo tipo es un lastre tremendo incluso para que la derecha neoliberal la gestione. Así que en pocos años tendrá que aflojar su presión y girar hacia opciones más liberales y sociales. La derecha no quiere perder el poder y por eso no quiere que se le escape por la vía de la violencia social.

La izquierda debe aclararse, decir tras saber, qué tipo de políticas comunes sirven para las actuales sociedades del trabajo indigno y escaso, de una pirámide poblacional peligrosa, de una gran parte de Europa pobre y además vaciada y con problemas territoriales. Deberá priorizar asuntos pues no todos los que trata ahora la izquierda europea tienen la misma importancia de cara al futuro.
A veces me entra la sensación de que el gran error de la izquierda (joven) ha sido recoger caramelos envenenados que le ofrecían en secreto el poder económico para dedicarse en exceso en esos temas y dejar la lucha de clases totalmente orillada, como así le interesa al poder económico. Podremos tener derechos en algunos asuntos necesarios, pero seguiremos siendo pobres y esos derechos los podremos ejercer de forma muy controlada cuando no totalmente manipulada.

De entrada los trabajadores privados de España (no los públicos ni los de las grandes empresas) son hoy más esclavos que en 1980. Y eso, tras 40 años de vida sindical debería hacer reflexionar a mucha parte de la izquierda. 

Somos más esclavos, pero con derechos únicamente para asomarnos a la ventana y ver la suerte que tenemos por tener ventana.