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¿Se pueden organizar mejor los partidos políticos en su trabajo? 01

Una enorme duda que rodea a todas las organizaciones sociales y sobre todo políticas en este ya avanzado siglo XXI es responderse a una cuestión crucial: ¿De qué manera nos organizamos para ser más eficaces?

A la duda hay que añadir algunas cuestiones contundentes. ¿Qué es ser eficaz? ¿Qué pretendemos lograr, dónde ponemos la meta o el objetivo? ¿De qué manera nos podemos organizar para lograr una participación válida?

Porque precisamente esa es la otra cuestión. ¿Qué es una participación válida en el siglo XXI donde en política todo dura quieto muy poco tiempo? 


La cintura política, que en algunos empresas llamamos trabajar a diversas velocidades, es FUNDAMENTAL. Nada es fijo, nada es constante, hay que estar preparados para cualquier cambio a una velocidad que a veces sorprende.

Pero volvamos a la participación. Hoy las personas para no estar desafectadas (más en política donde se necesitan muchos voluntarios gratuitos) requieren un trato en las organizaciones muy similar al que se lleva pregonando tener en las empresas de éxito. Unas buenas relaciones entre los diversos recursos y una empatía y motivación que sepa trabajar a cada persona de forma diferente.

A cada persona hay que asignarle un trabajo determinado, un tiempo y un objetivo, una meta. Y nunca (voy a repetirlo) NUNCA hay que revisar su trabajo como si lo hubiéramos realizado nosotros. Siempre se ejecuta con arreglo a las normas e indicaciones dadas, pero con la libertad de cada persona en su ejecución.

Muchas veces los problemas de las organizaciones políticas son su jerarquía mal organizada. Es curioso pero uno que ya viene de la empresa privada y de secciones de gestión, se encuentra con divergencias en las gestiones de los partidos políticos, que además de asombrar sorprenden por su “viejuz” u obsolescencia, resultan inoperantes y faltas de calidad.

Se admite que quien manda quiera mandar siempre, pero no es fácil entender que desde un partido político de izquierdas se mande de forma tan “brut” (en catalán es sinónimo de sucio, sin pulir, en basto) cuando en estos tiempos parece lógico gerenciar a través de pirámides muy planas, con participación y con sistemas de motivación contundente.

A las personas, estén trabajando en una ONG, en una iglesia o en una empresa, hay que darles libertad “no controlada” para que realicen su trabajo, y esa manera es la más eficaz para lograr objetivos “controlados” pues cada persona sabe sus objetivos y a quién hay que dar cuenta de las metas logradas.

Nunca crear equipos humanos de trabajo ha sido sencillo. Ni en el deporte ni para empresas nuevas ni para partidos políticos. El ejemplo de los equipos deportivos sirve para entender mejor qué se necesita y es extrapolable a toda organización humana. 

Personas claras en cada puesto de la organización, pero con diversidad de funciones, para poderles encargar diversos objetivos según el momento, el contrincante, la escena a la que hay que enfrentarse.

Siempre se necesitan personas polivalentes, algunas personas capaces de moverse en diversas zonas del trabajo son una calidad media y que sepan moverse a diversas velocidades de logro, y personas auténticamente líderes en lo suyo que marquen calidad y respeto en su trabajo. 

Curiosamente eso también sirve para objetivos muy horizontales, muy participativos, pues al final lo que todo ser humano solicita son soluciones, metas claras y objetivos cumplidos.

Julio Puente Mateo