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Las guerras del futuro ya son muy diferentes

El diario The Washington Post ha publicado unas investigaciones sobre la guerra de los EEUU en Afganistán que demuestra lo mentirosos que podemos ser todos para inventarnos las razones que nos tranquilicen. Creemos y queremos hacer todo bien, pero bien según nuestro único punto de vista.

“Carecíamos de un conocimiento fundamental de Afganistán, no sabíamos qué estábamos haciendo. ¿Qué tratamos de hacer aquí? No teníamos la más remota noción de lo que estábamos acometiendo”.
Tras más de 2.400 americanos muertos e incalculables afganos, tras un gasto de casi un millón de millones de dólares, nadie sabe para qué estaban allí los americanos y sobre todo sí que saben que las guerras convencionales ya no se ganan de forma convencional. 

Lo cual ya lo habíamos detectado hace unos años, a poco que se analicen las nuevas guerras. El futuro de la violencia institucional en forma de guerras continuas es ya otro muy diferente al de enviar a soldados a conquistar cimas o ciudades.

No tiene sentido invadir un país para doblegarlo, no lo tiene ir de frente en contra de una sociedad para apoderarse de ella. Hoy las guerras se pierden o se ganan en otros lindes. Y lo mismo sirve para las peleas pequeñas, para las manipulaciones políticas, para intervenir sin notarse que se interviene.

Hoy es mucho más fácil vencer a un grupo de 10.000 enemigos que a 1.000 grupos de 10 enemigos. Este concepto de nuevo tipo de enfrentamiento unido a las tecnologías de las intervenciones “diferentes” nos obliga a preguntarnos: ¿Qué tipo de ejército es necesario, si lo es alguno que no sea tecnológico y de despacho?

Mientras tengamos un ejército compuesto de muchas personas y grandes y duras herramientas de hierro, se seguirá usando aunque se sepa que es obsoleto. Ya no sirve, o ya hay otros métodos mejores para apoderarse de los países.