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Me divorciaré cuando yo quiera y hoy no pienso ir al baño. Aunque me obliguen

El otro día Iñaki Gabilondo solicitaba por ley que se regulara en la Constitución española no pasar del 10% de desempleo como se ha hecho con el déficit. Una buena y lógica medida pues también afecta y mucho a la economía demás de destrozar sociedades. Ahora es el Estado de México el que está estudiando la posibilidad de regular por ley los matrimonios, creando la figura de “Matrimonios temporales” con una fecha en el contrato de caducidad a los dos años, con posible prórroga si la cosa funciona bien. Tampoco es mala idea si admitimos que el 50% de los matrimonios actuales en México terminan en divorcios, con un gran coste legal y económico para las familias.

Vamos pues a regular todo por ley, una vez que parece que a los políticos les gusta esto de tener todo bien marcado y señalado en sus calendarios sociales. ¿En qué película he visto yo esto?
En serio que las dos ideas —más la de Iñaki Gabilondo, efectivamente—, me parecen positivas, pero es que me da un miedo que seamos capaces de regular todo, que no puedo por menos que rebelarme.

¿Cuántas veces debo ir al baño para estar sano?, ¿cuántas frutas debía comer todos los días? ¿cuántas veces debo hacer el amor con mi santa para que la mujer no se sienta ni mancillada ni aburrida? ¿cuántas horas debo ver la televisión para no ser considerado un tipo raro? ¿cuántas veces puedo leer la portada del periódico digital sin que me salte la alarma?
Me siento tan tasado, que creo que ya me he pasado de líneas para que esta entrada sea lógica y con arreglo al orden que nos imponen los de Google.