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Historias de guerreros, que no dioses, para hacerse respetar

Las máscaras inspiradas o realizadas en África tienen un misterio complicado de entender desde la tranquilidad. Hay que mirarlas de frente para adivinar por donde pueden venir los enemigos o los colegas, desde donde pueden enseñarte a sobrevivir ante las hostilidades. Son espíritus guerreros o pueden ser héroes que han ganado batallas complejas y antepasados que dominaron territorios. Pero también pueden ser animales que tienen un poder extraordinario sobre las personas.

Son misteriosas, teatrales, incluso impresionantes para atacar. Pero casi siempre son de madera lo que garantiza una buena suerte algo escondida. Como símbolos religiosos fueron perseguidos por los primeros católicos que llegaron a África, para evitar competencias desleales. Pero se olvidaron que son la fuerza vital de muchos poblados, los que recogen las fuerzas de sus muertos para ser conservadas en los poblados.
Representan a guerreros, a sabios, pero no son guerreros, son simples caretas creadas para soñar o para inventar miedos. Hay que tener en cuanta que se crean sin belleza, que su activo más importante es precisamente ser feas, muy feas.