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El neoliberalismo se ha pasado. ¿Qué socialismo podría volver?

Desde el año 1989 tras la caída del Muro de Berlín, el mundo ha ido caminando hacia una debacle económica que muchos no imaginamos en ese momento, con la caída del comunismo. Fuimos malos analistas del futuro pues nos pesó en exceso la alegría del momento de libertad, propiciando en ese momento la ceguera de no ver que caído uno de los dos pilares de la balanza económica de Europa, la otra forma de entender la economía se iba a superar así misma.

El NeoLiberalismo, el Liberalismo Nuevo, se empezó a comer el pastel del mundo sin dejar ni un día de calma. Y hoy estamos en plena duda de si no se habrán pasado de rosca. 

No es posible en todo el mundo occidental al que constantemente se quieren incluir más y más países, se vaya convirtiendo sus ciudadanos en pobres a costa de deudas consumistas en nuevos esclavos sin futuro para sus hijos.

Hoy las Revoluciones activas, larvadas o de diferente tamaño golpean la década y seguimos sin saber encontrar una luz o un sistema económico alternativo.

La crisis no es de los políticos en los países que arde con diferente intensidad incluida la desafección. Es el error de la sociedad que quiere odiar al mensajero. La crisis viene propiciada por los economistas que gobiernan los dineros, los trabajos, las producciones, los consumismos, las trampas de pensiones, el Sistema.

Y tal es así, que la solución solo puede venir de cambios económicos, aunque los disfracemos de políticos. 

A la sociedad en el fondo se la sopla quien manda, si manda de forma positiva para sus intereses. Con menos desigualdades que se ven y se sufren, con más y mejor empleo, con más posibilidades de futuro económico, con más seguridad de llegar al final del mes sin sufrir.

Otra vez más queda claro que esto va de economía, de personas como sociedad, de futuro, de soluciones, de más verde y menos marrones. Los chalecos amarillos pueden contagiarse con diversas maneras de mostrar la indignación.