Páginas

La pobreza de España en sillones de diseño y colores vivos

Esta semana he tenido que ir dos días consecutivos a desayunar a una cafetería grande de nombre muy conocido por ser un local de comida rápida. Era y es Madrid. Y en horas distintas y días diferentes me he encontrado a las dos mismas personas sentadas en los mismos asientos. Un día a las 10 y el otro día a las 9 de la mañana. Ellos seguían, estaban, volvían al mismo lugar, al mismo espacio de recogida.

Es también la imagen de la pobreza, de la indignidad vital no resuelta en España, en Europa y que resulta complicado de obviar. Uno es posible que superara por poco los 70, el otro no llegaba a los 50. Ambos hombres. Con la misma ropa.

En este espacio encuentran el calor mínimo durante un tiempo hasta que los despidan del local, y como es una segunda planta esto puede tardar todos los días lo suficiente para calentarse de la noche fría. Pueden acudir a lavarse y a realizar sus labores básicas y humanas en un espacio donde al menos descansar de la dura noche. Lo que sobra es espacio, lo que falta es humanidad.

El joven llevaba el segundo día una hogaza de pan que se iba comiendo a pellizcos, ambos no habían solicitado ningún pedido en el local pues posiblemente no tenían dinero para un café o si lo tenían se lo guardaban para el momento en que fueran requeridos para irse. 

Al final es un espacio de servicio público si hay consumición y podrían permanecer allí. No se miran, no se hablan, se tienen que conocer pues yo en dos días los reconocí, y simplemente parecen esperar a que el tiempo pase, a que salga el sol o la luz, su sol y su luz.

¿Cuánta necesidad hay de Servicios Sociales, cuántos Padre Ángel (o similares) deberían existir en las grandes ciudades?

Necesitan sobre todo sujetarse en tres pilares. Formación social y laboral. Una vivienda muy básica. Un trabajo fácil.