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¿Para qué sirve la felicidad? ¿Pero existe la felicidad?

Ser feliz es muy complicado, aunque sin duda todos aspiremos a ello, pero ya de entrada sabemos que no es nada sencillo alcanzar ese estado, entre otros motivos porque hay muy diversos grados de felicidad. Y sobre todo hay muy diversos grados de aceptar la felicidad que nos vamos construyendo. Lo que para unos es más que suficiente para otros es maravilloso y para otros muy muy poco. No hay método para medir de forma eficaz la felicidad, ni la que tenemos ni la que necesitamos.

Diríamos que si estamos contentos tenemos la suficiente y al revés. pero no es un método científico ni tiene varemos intercambiables. Ante la misma realidad cada uno la asumimos de muy diferentes maneras.

Incluso las diferentes sociedades tienen distintas maneras de entender la felicidad, que no es igual ni por lo mismo según sociedades, según edades, según incluso segmentos económico o culturales. La felicidad es estar a gusto con uno mismo, con lo que consigue cada día, con lo que le rodea, con lo que hace, con sentirse vivo.

En nuestra forma de entender la vida ser feliz es saber vivir bien el presente. Algo que para otras culturas no tiene nada que ver con la felicidad. Posiblemente nadie tengamos toda la razón, sobre todo al entender qué es el presente, el instante en el que nos toca siempre vivir. Nunca vivimos ni el pasado ni el futuro, siempre vivimos el presente, luego no hay donde elegir.

Por otra parte es fundamental una autoestima suficiente, creer en nosotros, saber de nuestras capacidad y saber también auto complacernos. Cada día es un regalo, en su totalidad y en cada una de sus partes. Pero en cambio lo aprovechamos muy poco, algunos trozos y muchas veces por casualidad. ¿Eres amigo de tí mismo?

Hay que abrirse, no totalmente pero hay que saber mirar, observar y absorber, sociabilizar y tener empatía, quererse y querer. Hablar, emocionarte, reír, llorar y sentir que vives. 

Ser optimista pues es lo único que sirve de algo incluso aun cuando tu información sea tan abundante y clara que te esté explicando lo peor. Aun así hay que ser optimista pues es lo único que sirve para cambiar lo malo o incluso lo regular.

Cada día es un “invento”, un lienzo en blanco dispuesto a ser escrito y gastado. Depende de nosotros, de nuestras ganas o desganas, de nuestra actitud ante nuestra propia vida, pues esa es otra premisa clara. 

Solo podemos vivir nuestra vida, la de los demás no podemos vivirla ni para bien ni para mal. No es egoísmo, es realidad. Nada es perfecto, pero algo sí es claro, nuestra vida es nuestra y nadie nos la puede vivir, así que la de los demás tampoco la podemos vivir nosotros.

¿Para qué estás aquí? o mejor dicho: ¿Para qué quieres estar aquí? Si te sabes responder a esto ya es un gran logro, en serio, sabes que algo importante tienes que hacer con tu vida, lo cual no es poso. Si no sabes avanzar, inténtalo otra vez, pero al menos saber que debes dirigirte hacia una meta ya diseñada.

Y si algo sale mal, que sin duda así será muchas veces al cabo de cada mes, incluso de cada semana, no te preocupes. Levántate, retira el polvo de tu piel con la mano, sacúdete las malas ideas y ponte de pie con una sonrisa. Hay que seguir avanzando. A eso se le llama resiliencia y es la única manera que tenemos de aprender de las caídas, de los errores, del polvo del camino.