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Cosas de la vieja historia de España de la Transición

Vuelve a la vida del papel de los libros el General Armada que parece que nunca se quiere ir de la memoria de los que analizan el 23-F de un año 1981 ya muy viejo, pues de Alfonso Armada se ha escrito mucho pero no todo, dada su particular personalidad militar y escurridiza, lista e inteligente a la vez. Enredador y conocedor de los despachos del poder absoluto y real de aquellos años.

Aunque Armada murió en el año 2013 sigue gozando de un espacio en esa historia rara y sin escribir del todo de la Transición Española sobre todo por su famosa comida de octubre de 1980 con socialistas de nombre y poder reflexivo en Lérida, donde se habló de todo lo que no se sabe por mucho que se diga insistentemente. 


Siempre se ha dicho, desde aquel 1981 sin aclarar del todo, que en aquella larga comida se había hablado del Golpe de Estado, de un General “bueno” como posible Presidente del Gobierno con ministros incluso socialistas casi comunistas, del desempleo pertinaz por la crisis económica mundial o del drama de ETA planteando una lucha diferente contra ellos.

Sin duda y por mis referencias, aunque todos escucharan lo mismo en unos diálogos de sordos tras la comida, unos hablarían de una cosa y los otros de la otra, ninguno quería escuchar al otro y sin reconocer los socialistas que Armada era muy hábil para vender motos viejas haciendo creer que eran coches modernos. El cómo se vendió aquella comida rara llena de diálogos y de conspiradores de alcoba, da muestra lo que sucedió en los siguientes meses.

Aquella idea de Golpe de Estado blando era denominada “Solución Armada” era simple y tonta. Un General vendía ser él un nuevo Rey de los reyes aunque con la figura (de momento) de Presidente del Gobierno de Coalición, y unos socialistas buscaban derrocar a Adolfo Suárez pues parecía un político imposible de mover de forma democrática por el apoyo de una sociedad que buscaba la PAZ al precio de la LIBERTAD, sin importarle mucho si realmente era el timo del tocomocho vendido de modernidad.

Y hay que advertir también que meses antes todos estos planes de Armada ya se habían intentado vender al propio Rey Juan Carlos I sin mucho éxito. El general Alfonso Armada no lo sabía, pero ya estaba quemado para el Rey aunque nadie tuviera los arrestos de decírselo. 

Se intentaba una “Solución De Gaulle” pero el Rey prefirió seguir en línea recta, vete a saber bien por qué motivo todavía nunca explicado. ¿Quién influyó tan fuerte en el Rey para que no cayera ante los cantos de sirena de Armada?

A Armada creo que le falló el control del tiempo. Nunca debería haber ido al Congreso, sin haber sido llamado para esa labor por el Rey Juan Carlos. Pero creo que Juan Carlos I ya estaba al tanto de lo que preparaba Armada amparado en los tontos y jóvenes socialistas sin experiencia, y por eso ni nunca lo llamó ni quiso recibirlo en Zarzuela. Alguien se había ido del pico y advertido que Armada no era de fiar, y que sus movimientos eran muy peligrosos incluso entre otros militares.